¡Continuamos! Si pasaste primero por aquí, te recomiendo que leas la parte 5.1 [AQUI]
Si señores, es el final de The Moon; espero que les haya gustado este escrito que me tomó mucho tiempo, al igual que sus portadas. Quise hacer otras especiales para estos capítulos, pero será que las haga despues, me están interrumpiendo mucho. Mantenganse en contacto con mi blog, para más historias así, que Arabelle esté en sus corazones.
- Historia [5/5]
- Temática: Sobrenatural, Terror y suspenso.
- Titulo: The Moon
- Autor(a): Katsu Komori
- Link de Capítulos anteriores: [Capítulo 1] [Capítulo 2] [Capítulo 3] [Capítulo 4] [Capítulo 5.1]
- Temática: Sobrenatural, Terror y suspenso.
- Titulo: The Moon
- Autor(a): Katsu Komori
- Link de Capítulos anteriores: [Capítulo 1] [Capítulo 2] [Capítulo 3] [Capítulo 4] [Capítulo 5.1]
Finalmente tras un profundo sueño con sonidos aleatorios y
aterradores, la consciencia llegó haciéndome abriendo los ojos lentamente
siendo recibida por un terrible dolor de cabeza, veía borroso pero no era lo
importante, el lugar ya era lo suficientemente oscuro como para importarme.
Estaba acostada y abrazada al lado de un pequeño y helado cuerpo sin vida, era
ella… - ¿Adalgisa…? - Pregunté en mi mente, pero nadie respondió, solo sentía
los latidos de mi corazón que se aceleraba con cada segundo de silencio que
pasaba; ella en realidad había muerto, sentía sus recuerdos en mi mente, pero
su presencia había desaparecido. Sentí un profundo dolor en el pecho que hizo
que mis lágrimas se derramasen nuevamente, resquebrajando el profundo silencio
de la casa con mis sollozos y perdiendo el control de las extremidades que me
temblaban sin control, me sentía completamente sola por primera vez, tal como
se sintió Adalgisa durante toda su vida. Vi su cadáver entre las lágrimas,
dirigiendo lentamente mis temblorosas manos hacia ella rodeándole y acercándole
cada vez más, para darle mi primer y último abrazo real; el abrazo que ella
siempre deseó que alguien le diese. Lloraba mientras le mantenía entre mi pecho
y mis brazos, deseando en vano que aún estuviese con vida, que mi calor y mis
temblores le pudiesen devolver el aliento.
Las horas pasaron lentamente, como si el tiempo tuviese
piedad de mi dolor, dándome el suficientemente de privasidad para comprender lo
que pasó y lo que debía hacer, mientras acariciaba su cuerpo sin vida. Llevé su
cadáver a media noche caminando lentamente por el gran trigal viendo la luna y
las estrellas que me observaban desde lo alto. Recordé las palabras de Adalgisa
cuando me contaba su encanto y amor por la luna, considerándole como una amiga.
No pude dejar de verle mientras llevaba el cadáver de Adalgisa, pareciera como
si estuviese ahí arriba solo para poder verle por última vez. Llovía con mucha
suavidad y el viento soplaba con delicadeza mandando a volar las espigas
muertas que se aferraban a mis prendas y a mi cabello.
- Mira, Adalgisa, están aquí quienes te amaron desde siempre
– Le susurré viendo su inexpresivo rostro que mantenía los ojos abiertos, pero
su mirada era perdida y dolorosa para mi. Cerré sus parpados con delicadeza
mientras otras lagrimas caían con suavidad en su rostro – Duerme en paz, yo me
encargo del resto – Le acaricié el rostro con suavidad, mientras seguía mi
camino hacia la colina que tanto le gustaba.
Invoqué a Nerita para que ayudara
a cavar una tumba. Ella era la Sahuagin que había capturado para su servicio,
que a pesar de su raza tenía una apariencia muy humana, en su rostro pechos y
piernas, era una criatura hermosa. Adalgisa me había contado la historia de
cómo ocurrió todo, siendo la causante de que el Atlantis nunca fuese
descubierto; a pesar de todo, Nerita le tuvo cariño a su ama, debido a que
Adalgisa le respetó en sus decisiones, y hoy ella le había regalado la libertad
con su muerte. Cubrí el cuerpo de Adalgisa y le dejé con suavidad en la tumba
que le habíamos hechos, le cubrimos y dejamos una roca sobre ella, lo suficientemente
grande para que ningún animal grande o persona pueda tener acceso a su cuerpo.
Quedamos en silencio contemplando su tumba durante el orvallo.
- Gracias por ayudarme, a pesar que no soy tu ama – Le hablé
a Nerita que estaba a mi lado. Ella dirigió sus amarillentos ojos hacia los
míos – Ya eres libre.
Ella no me respondió, solo me observó, Adalgisa me había
contado que era de pocas palabras, así que me lo esperé. Poco a poco se
desvaneció, volviendo a su lugar de origen, donde no le molestaré nuevamente, a
pesar de todo, era una criatura encantadora me lo dijo la leve sonrisa que me
regaló al segundo antes de desaparecer por completo. Vi hacia el castillo que
sobresalía en las lejanías, a pesar de estar inmerso en las profundidades de la
noche, ese sería mi último destino en este mundo. Tenía que apresurarme, solo
era cuestión de tiempo a que el “Titán Abisal” se diese cuenta de la muerte de
su mejor “carta”.
- Destruiré todo y a todos – Fruncí el entrecejo recordando
todo lo que me había contado Adalgisa, ese tal Louis era hombre muerto, al
igual que todos sus hombres y esclavos. Mancharé mis manos por ella – Ahora ¡Yo
soy Arabelle!
Caminé lentamente hacia el castillo planeando mis
movimientos, repasando los recuerdos de Adalgisa para saber como era el
castillo por dentro y saber en que lugar exactamente estaría la habitación del
Príncipe Louis. Maté algunos soldados y guardias por el camino, intentaron en
vano detener mi camino, fueron estrangulados por los múltiples tentáculos que
salieron de mis brazos causándoles la muerte por fracturas en la columna y por
asfixia. Hubiese deseado absorberlos, pero era imposible, lamentablemente. Finalmente
llegué al castillo, pudiendo observarle de cerca detallando con detenimiento su
estructura, era la información que necesitaba. Ahora solo tenía que esperar a
que llegase el momento. Abrí un pequeño portal del tamaño de mis manos que me
dejaba ver todo lo que ocurriese dentro del castillo, desde el techo y las
paredes. El Príncipe Louis, un joven alto y bien parecido, ya estaba despierto
inspeccionando todo, dándose cuenta de la ausencia de Adalgisa, que al parecer
era su chica favorita. Pero su ausencia le llevó a abusar de otras esclavas,
llevándoselas a su habitación. Observé todo de principio a fin, ojala él lo
disfrute, porque sería su ultimo momento de placer.
Si de verdad quería hacerle sufrir, no podía aparecer
mientras mi victima esté disfrutando o posea un estado mental positivo. Tenía
que esperar a que la semilla del miedo germinara en su interior lentamente,
hasta que sus raíces le abracen tan fuerte que tanto su mente como su cuerpo
sean un caos; solo así poder iniciar mi plan. Así que mientras él disfrutaba
haciendo sufrir a otros (o algunos, porque notaba que el morbo en estado puro),
yo me encargaba de ocasionar una masacre en sus soldados y en algunos esclavos;
al día siguiente se llevaría una gran sorpresa.
El plan funcionó, al día siguiente en la mañana le llegó la
terrible noticia que nunca esperó, la mitad de sus hombres habían amanecido
muertos, unos esclavos habían desaparecido y otros fueron encontrados en el almacén
destrozados en pedazos, a tal punto que no podían identificar quienes fueron.
Él envuelto en ira y miedo envió al resto de sus hombres a investigar el
terreno y el castillo, a pasar la voz al pueblo cercano y a mantenerse alerta,
por si algunos del reino enemigo se encontraban por ahí. Las horas se hicieron lentas
para el Príncipe Louis, pero no para mí, que disfrutaba en ver su frustración,
temor e intriga, porque todos sus hombres volvieron sanos y salvos, sin
noticias de lo sucedido, lo que significó para él que no era un ataque enemigo.
Se preocupó más, mientras yo sonreía, observándole entre los portales y
comenzando a intervenir personalmente. Comencé a seguirle sigilosamente,
alterando sus nervios por mi presencia y desapareciendo cuando se volteaba por
sentir mis susurros atrás del oído; él sabía que algo le seguía y más cuando
aquellos susurros se convirtieron en palabras más claras, diciéndole cosas
perversas. Los días pasaron aún más lentos, comenzó a dormir con miedo, dejando
las puertas abiertas para que ingresase en sus pesadillas, donde era dirigido a
mundos que solo su subconsciente entendía, haciendo que al despertar sintiese
más miedo que al día siguiente.
Conforme pasaban los días, mi presencia en su vida se hacía
más evidente, acariciaba sus brazos en varias ocasiones solo con pasar la punta
de mis dedos, le lanzarle objetos de la nada, escondía los objetos que buscaba
y se los aparecía en lugares en donde ya había buscado, haciéndole dudar más de
su cordura, haciendo que fuese aún más lejos; rompí sus tobillos en un atardecer,
cuando inspeccionaba temeroso el sótano, con uno de mis tentáculos, sus gritos
eran cantos para mí y su sufrimiento un deleite.
Le dejé en paz unos días, solo para esperar su recuperación
mientras notaba su creciente y enfermiza paranoia, era el momento perfecto para
actuar. Esa noche abrí portales bajo los pies de los guardias que le cuidaban
al dormir y los arrastré hacia dimensiones desconocidas, donde yo misma les
maté de diversas formas. Cómo aquel guardia que me contó Adalgisa, un sujeto
egocéntrico y desagradable que le humilló muchas veces. Le dejé en una fosa
repleta de parásitos enormes, unos gusanos rechonchos y redondos, del tamaño de
una mano abierta, que darían buen uso a su gran y fornido cuerpo. Le dejé
gimiendo de dolor mientras transformaban su firme vientre en un gelatinoso nido
de gusanos tras inyectar su nociva saliva en su sangre; viviría por largos
días, si no el nido no sería efectivo. Sin perder más tiempo, volví de nuevo
con Louis que dormía acurrucado entre las costosas pieles que conformaban su
cama. Me acerqué lentamente posando mi mano en su rostro para abrir suavemente
sus ojos y usar aquella mirada que me hacía ingresar a los confines su mente.
Una vez que las miradas se conectaron dejó de existir la consciencia en su
cerebro, cayendo en una profunda pesadilla manipulada por mí. Me desvestí al
igual que a él, sin dejar de provocarle pesadillas que cada vez se volvían más
y más terribles, donde sus miedos se expresaban en todo lo que veía y sus
fechorías y errores en la vida le atormentaban como imágenes y escenas
perturbadoras; mientras tanto, me preparaba para apoderarme de su cuerpo. Si
tanto le gustaba abusar de sus esclavos, entonces le haré probar algo más cruel
que lo que una vez le hizo a Adalgisa.
Me aferré a su cuerpo convirtiendo mis extremidades en un
gel más duro, que se enredó en su cuerpo causando presión en su tórax, columna,
caderas y extremidades. Mis ojos mantenían la mirada fija en los suyo,
controlando sus sueños; una vez que estuvo lo suficientemente asustado, tras
varios minutos de violación física y mental dejé que despertara, llevándose el
peor momento de su vida, hubiese deseado seguir inmerso en sus pesadillas. Al
abrir sus ojos se encontró a pocos centímetros de mi rostro, con unas pupilas
violetas que ni vacilaban en cambiar la dirección de la mirada. Me encontraba
sobre él, con todo mi cuerpo convertido en esa materia gelatinosa que ya tenía su cuerpo cautivo. Sus brazos y
piernas estaban fracturadas en múltiples partes, por la presión que deseé
ejercer sobre su cuerpo, y haciendo sintiese el dolor de las astillas de hueso
atravesando su piel mientras más presión le ejercía sobre ellas, como una
anaconda enroscando a su presa. Él intentaba gritar, quejarse, pedir ayuda,
algo que le hiciese desahogar todo su miedo y dolor en un solo alarido, pero no
podía hablar, impedía a su mente realizar ciertas acciones, estaba bajo mi
completo control.
- ¿Te gusta, Louis? – Le pregunté mientras movía mis caderas
aun más fuerte, dislocando el femur de su cadera, luego el otro. El lloraba y
yo sonreía sádicamente, ejerciendo cada vez más presión alrededor de su cadera,
hasta fracturarla también, hasta el crujido de sus huesos se escuchasen más de
una vez. Las lágrimas corrían por sus mejillas intentando gritar cada vez que
me movía, su dolor era cada vez peor – Adalgisa me contó que esto te encantaba…
Si, ella misma – Le respondí con solo ver su expresión – Considéralo como un
regalo de ambas… ¿Vale?
Gimió de dolor al fracturar su columna y al mismo tiempo
realizaba más fuerte los movimientos. Finalmente decidí terminar con la
tortura, pero solo cuando me sentí realmente satisfecha tanto física como
mentalmente, ocasionándole minutos o quizás horas de tortura, y a mí un intenso
frenesí. Ingresé a su cuerpo por los orificios inferiores de su cuerpo
abriéndome paso a la fuerza por su destrozado y deforme cuerpo, muy lentamente
para causarle aún más dolor, hasta llegar a su garganta. Se estaba desangrando
vivo y ahora no podía respirar, parte del líquido gelatinoso estaba alojada en
su tráquea; le sonreí mientras se asfixiaba.
- Eres todo un galán… - El gel continuó avanzando
rápidamente hasta llegar a su cerebro y atravesar su cráneo. No me detuve hasta
ver muchos tentáculos gelatinosos salir entre las enormes fisuras de su cráneo.
Lentamente me separé de su cadáver dejando que la sangre
resbalase de mi gelatinoso cuerpo para
dejarlo limpio. Al estar limpia volví a la forma y textura normal de siempre;
era la primera vez hacía esto, me di cuenta del por qué Adalgisa se volvió
adicta a ese poder, pero me sentía agotada, Dubble-Darah, había cobrado con mi
vida el uso abusivo de su habilidad. Mientras me vestía observaba de reojo al
horrendo cadáver del difunto Louis, no pude evitar sentir satisfacción y un
placer tan mórbido que por un momento dudé de mi cordura. Lo importante era que
finalmente logré que Adalgisa cumpliese su mayor meta en la vida. Ahora sin
duda, ella descansaría en paz.
Me asomé por la ventana, ya era de madrugada, el sol estaba
saliendo. Me quedé unos minutos observando todo, los guardias estaban rondando
por los alrededores, al igual que fuera de la habitación. Tenía que desaparecer
el castillo al igual que todo lo que aquí se vivió; pero no podía usar un
portal tan grande, si no el “Titán Abisal” sentiría el llamado y la tentación
de aparecer… y volvería el ciclo que Adalgisa y yo evitamos. Él espera ansioso
por estas fechas y debe de estar sospechando de haber perdido comunicación con
Adalgisa; tengo que actuar de otra forma. Mientras observaba al sol viajé por
el inmenso espacio de mi mente, teniendo como resultado el recuerdo sobre mi
plática con Adalgisa, referente a los agujeros negros.
- Cuando Adalgisa y yo pensábamos sobre la forma de abrir la
cuarta dimensión, para el viaje en el tiempo, se cruzó en la investigación la
forma de crear una especie de agujero negro entre dimensiones… según la teoría
de Adalgisa… - Murmuré reposando mi rostro de una mano que se mantenía apoyada
del marco de la ventana de piedra – Lo necesario para crear un agujero negro es
tener conexión con la nada o un punto lejano e inestable en el “túnel
dimensional”. Al crearlo tiene que haber una fuerza que viaje entre ambos
puntos, una fuerza superior en arrastre y en presión, para así “devorar” todo a
su paso…
Se escuchaba agotador el proceso, y más por el hecho de
mantener abierto un portal tan volátil que puede arrastrarme con todo; pero
tenía que intentarlo, solo tenía que encontrar un punto dimensional inestable y
poderoso para conectarlo con ésta realidad. Ingresé al “Túnel Dimensional” para
investigar las diferentes dimensiones que se puedan conectar con éste punto,
independientemente del espacio y tiempo. Me tomé el tiempo necesario para
investigar, pero no se podía encontrar ninguna. Tendría que crear una, abrir la
puerta a un vacío momentáneo. Abrí un portal en la nada, en el túnel
dimensional, como si quisiese abrir un desvío hacia lo imposible, hacia
aquellos mundos donde la vida no existe. Estuve mucho rato intentando, pero
finalmente tras mucho esfuerzo descubrí como abrir un portal con esas
características; era peligroso, si me asomaba hasta por mera curiosidad sería
absorbida y destruida por un mundo inestable, con profundidad indefinida y
cambiante, distancia y dimensión ilimitada, con fuerzas y presiones que viajan
de aquí a allá encontrándose en un interminable lio. Salí del túnel dimensional
y me ubiqué fuera del castillo a unos metros, escondida entre los arbustos.
Todos estaban alertas, al parecer ya habían descubierto el cadáver del Príncipe
Louis.
- Lo que aquí pasó, aquí se quedará – Sentía lastima por las
personas que no tenían nada que ver con esto, pero así son las cosas.
Abrí un portal en la tierra, bajo el castillo que se conectó
con la dimensión inestable, creando un cilindro letal. Se agrandaba poco a poco
llevándose todo a su paso. En pocos minutos tras extraños crujidos provenientes
del castillo, todo se vino abajo. Los guardias y que estaban en las cercanías
voltearon, observando como las enormes piedras eran absorbidas por un agujero
negro que se movía como un torbellino subterráneo, arrastrando consigo hasta el
agua y la tierra. Su fuerza se hizo más grande, arrastrando a los guardias,
aldeanos y animales que estuvieron cerca. Muchos animales escaparon al igual
que yo, entre los alaridos de las victimas que eran arrastradas a la nada.
Aquel gigantesco agujero no paraba de crecer hasta absorber lo suficiente.
Aceleré su tiempo de duración para que terminase todo de una vez. El agujero
negro se fue reduciendo lentamente hasta que desapareció tan rápido como
apareció, dejando un profundo cráter a las profundidades de la tierra. Me
acerqué algo débil, observando perpleja la abertura a los confines de la tierra. Finalmente me alejé dando la espalda a lo que
había hecho, mientras sentía que las personas se acercaban desde las lejanías a
ver que era lo que había pasado; caminé hasta la tumba de Adalgisa, que por
suerte estaba muy distante del desastre; me senté al lado de la roca, para
recuperar el aliento, viendo el despejado cielo mañanero.
- Sé que me advertiste que no me enfrentara a ese ser, lo
único que tenía que hacer era no usar las dimensiones para que no tuviese forma
de llegar hasta mí… lo recuerdo con claridad – Murmuré para que solo nosotras
escuchásemos, como si ella también estuviese viva, pero sentía el deseo de
hablarle una vez más – Sé que tu sacrificio fue para mi bien, para brindarme
una mejor vida cuando se presente mi nacimiento mucho años más adelante… para
no tener que tenerte también en mis pensamientos, para estar libre de éste
destino horrible que nos unió a ambas. Sacrificaste tu vida y tus sueños por
mí… así que… afrontaré nuestros miedos de una vez – Acaricié la roca, dando
unas suaves palmaditas, como si tuviese en mis manos a esa persona que formó
parte de mí.
Mis sentimientos y emociones estaban apoderándose de mí, no
sabía como hacía Adalgisa para ser tan insensible e inexpresiva en momentos
difíciles; pero callada y precavida cuando las cosas se salían de control. Yo
siempre fui lo contrario a ella, formando un equilibrio en sus decisiones
cuando estuvimos unidas; separadas, ambas somos inestables. Ahora, solo tenía
que ser fuerte, y mostrar ese lado atrevido que me diferenciaba de ella. Si de
verdad deseaba que esto terminase… tendría que sacrificarme también. Me despedí
de Adalgisa una vez más y me perdí de nuevo en el “Túnel Dimensional”, para
nunca más volver. Mi próximo y último destino era el “Mar Negro”, solo había
ido una vez, pero los recuerdos de Adalgisa me indicaron cual era, la dimensión
que tiene como imagen un mar infinito con grandes monstruos luchando a muerte.
Al encontrarla entré teniendo cuidado primero en donde
caería, elegí un terreno amplio y rocoso, lejano a los monstruos marinos que se
veían desde la distancia. El mar era tempestuoso, a comparación a la única vez
que había ido; llovía mucho también, terminé empapada a los pocos segundos de
haber estado ahí, seguramente él me había sentido llegar… sin Adalgisa. No
pasaron ni tres minutos cuando ya todo el mar comenzó a temblar, los monstruos
que se encontraban en las cercanías dejaron su lucha a muerte, escapando de
algo que se aproximaba a la superficie; era él, lo sabía. Fruncí el entrecejo,
preparada para lo que tuviese que pasar.
Enormes olas golpearon el elevado terreno de roca en el que
me encontraba, sobrepasando a veces su altura y derribándome hacia atrás,
deslizándome por las rocas resbaladizas. Me levanté con cuidado pero sin perder
tiempo, al mismo tiempo que un aberrante bramido proveniente de aquel
monstruoso ser hacía temblar las rocas. Tambaleándome dirigí mi mirada hacia
él, esa criatura monstruosa de cuerpo alargado y repleto de kilométricos
tentáculos que colgaban desde su barbilla y al final de cada uno se observaba
una boca con afiladas hileras de dientes que iban desde los labios hasta la
garganta. La cabeza de aquel monstruoso ser tocaba las nubes y sus ojos
brillaban tanto como una luna, la cual estaba ausente esta vez, por las oscuras
nubes de tormenta. Sentía su respiración desde donde estaba, a pesar que
estábamos a varios kilómetros de distancia. No retrocedí, lo que hizo que
hiciese otro bramido acercando su horrendo rostro hacia mí. El corazón me dio
un vuelco, mientras su aliento me llevaba metros atrás como viento tempestuoso
de huracán; me aferré a una roca para no ser llevada al borde de aquel elevado
terreno de piedra. Le vi a los ojos al terminar su bramido, sin intensiones a
retroceder ni a dejar de verle. Un calor doloroso invadió mi pecho, seguido de
unos escalofríos que se dirigieron a mis articulaciones. Caminé decidida hacia
el borde del acantilado con una expresión de ira en el rostro.
- ¡No me voy a ir de aquí, ni retrocederé!, ¡No te temo! –
Inhale profunda y rápidamente, mientras mis lágrimas se unían a las gotas de
lluvia que resbalaban por mi rostro. Creé un portal conectado al vacío, hacia
aquella dimensión inestable en el cielo; a diferencia que esta vez no eliminaré
el agujero negro. Ambos moriremos aquí - ¡¡NO TE TEMO!!
La criatura envistió con parte de su cuerpo y su cabeza el
terreno rocoso en el que me encontraba, desde arriba, cubriendo cualquier
posibilidad de escape. Antes de que impactase abrí un portal para transportarme
a otro punto del amplio mar, sin caer a sus aguas; solo tenía que ganar tiempo
hasta que el agujero negro fuese lo suficientemente grande como para devorar
por completo éste mundo alterno. El
“Titán Abisal” no tardó en ubicarme, era su mundo, no esperaba menos de aquel
monstruo. Desde las lejanías lanzó un chorro de agua con tanta presión como si
fuese un cañón, volví a usar un portal dimensional para cambiar de ubicación.
El agua impactó con la gigantesca montaña de piedra agrietándola de tal forma
que se derribó al instante; tenía que pensar en algo. No podía convertirme en
agua, ni en gel, aquel monstruo controla las estas aguas, por lo que podría
devorarme o controlarme si me uno a ella. Si usaba por mucho tiempo las
dimensiones también al igual que a Dubble-Darah, me agotaría muy rápido
sucumbiendo por agotamiento.
- ¡¿Qué hago?! – Pensé mientras esquivaba los millones de
tentáculos que salían de mar intentando atraparme y comerme. No importa donde
me encontrase, él tenía acceso a mi ubicación. Recordé a Dubble-Darah,
posiblemente si realizaba algún movimiento dentro de su duro cuerpo, podría
hacerle daño – Por favor… Dubble-Darah, ayúdame… quizás así seremos libres al
fin.
Usé por última vez el portal, llevándome en silencia hacia
la cabeza del monstruo. Caí sobre sus duras escamas y antes que se diese cuenta
me convertí en agua e ingresé en sus orificios oculares. De inmediato se percató
cuando estuve dentro de su cuerpo, pero ya era muy tarde, iba en camino a su
cerebro; aunque al llegar fue una completa pesadilla. El cerebro de la bestia
intentaba controlarme sobrecargaba mi cerebro y ocasionaba una migraña
insoportable, a tal punto que mi sentido visual y auditivo se veían afectados,
tenía que actuar rápido. Dañé parte de su cerebro y con ella la parte que
controlaba la visión. De inmediato me retiré de ahí, saliendo de sus ojos como
una lagrima. Estaba aturdida, no podía controlar bien mi cuerpo además de
escuchar un fastidioso pitido en el oído. Caía hacia el agua velozmente, usé lo
último que quedaba de fuerzas para convertir mi cuerpo en un sólido que solo
Dubble-Darha podría hacer, más resistente que el acero. La bestia golpeó con
fuerza mi sólido cuerpo con uno de sus tentáculos mandándome a volar. No pude
ver lo que pasó, había perdido parte de la consciencia por aquella excursión al
interior de la bestia.
Abrí los ojos al volver mi consciencia, posiblemente unos
largos segundos después. Flotaba en el agua mientras unos tentáculos me
envolvían y me arrastraban hacia las profundidades con lentitud. Lo hacía a
propósito para que perdiese oxigeno y que intentase convertirme en agua, para
luego tomar el control de mí; muy astuto, pero no lo haría, no le daría ese
gusto. Aguanté la respiración hasta que me encontré cara a cara con sus enormes
ojos a una profundidad aceptable para mi cuerpo, a pesar de estar ciego sabía
en que dirección estaba, fue entonces que vi el resto de su cuerpo, sus escamas
estaban conformadas con grotescos rostros con grandes cantidades de ojos negros
que dirigían la mirada hacia mí. El no podía hablar en mi mente, por no tener
conexión conmigo, pero yo sí, iluminé mis ojos de violeta y le sonreí mientras
poco a poco abría la boca para engullirme – No escaparás de mi… - Se detuvo
para escucharme en su mente – Yo soy… Arabelle.
El agujero negro se había completado, sentía como su fuerza
arrastraba el agua hacia la arriba y con ella nosotros; su absorción aumentaba
con brusquedad, a tal punto que nuestros cuerpos ya se dirigían hacia el cielo,
y con nosotros el resto de monstruos que se encontraban ocultos en las
profundidades y las rocas. A pesar de la resistencia y pesado cuerpo de aquel
titán, fue arrastrado como una hoja de papel en un huracán, nada escapará, solo
yo. Abrí un portal que me absorbió antes de llegar al cielo,
cortando el tentáculo que me sostenía. No había establecido ninguna ruta
dimensional, solo cree el portal mas simple que pude para salvarme, era lo
último que podía hacer, no tenía fuerzas ni para moverme; pero aun así algo
raro había pasado, mi cuerpo ya inerte era trasladado a algún lugar, una
dimensión que se abrió de la nada. Cerré los ojos dando a la vez un profundo
suspiro, ya no me importaba lo que pasara conmigo.
- ¿Qué es esto?... – Murmuré al sentir una presencia cálida
alrededor de mi cuerpo, como un abrazo fugaz – ¡Adalgisa!
Abrí los ojos de golpe, encontrándome frente a frente con la
luna brillando con todo su esplendor sobre mí, en una noche clara y levemente
azulada. Era el cielo nocturno más hermoso que había visto. No conocía este
lugar, pero Adalgisa si, de seguro ella me había llevado hasta aquí, porque era
el mismo lugar que vimos en nuestro último sueño juntas, pero… ¿Cómo? Sonreí al
observar la luna, mientras intentaba respirar, mi cuerpo sucumbía ante el
agotamiento mental y físico. Tenía múltiples fracturas en las costillas y en la
columna que recién me había dado cuenta al intentar moverme, además de tener uno
de mis brazos dislocado, debió haber sido por el golpe que me dio el “Titán
Abisal”, si no hubiese convertido mi cuerpo en aquel sólido resistente, hubiese
muerto destrozada. Lloraba de dolor y alegría a la vez era uno de esos
incómodos momentos en que muchos sentimientos y sensaciones se unen, y el
cerebro no sabe cual asimilar primero. Una vez que muera, nacería de nuevo como
si nada hubiese pasado... era impresionante como todo terminaría pronto, en un
parpadeo. Solo esperaba verle conmigo en la vida que me esperaba, ese era mi único
deseo.
- Adalgisa… - Sonreí viendo nuevamente al cielo, mientras
luchaba para extender mi único brazo sano apuntando a la luna, quería tocarla.
El brazo me temblaba, y ya casi no tenía control de mi misma, las lagrimas
empañaban mi visión al igual que el molesto desenfoque constante, que indicaba
el fin de mi vida – Siempre… serás mi luna. No importa que tan lejos estemos… tu
siempre… - Perdía la visión mis ojos se desenfocaban solos, mientras yo
intentaba de enfocarlos. Al volver a tener una vista más nítida detallé algo
más sobre mí; había un portal abierto a unos largos metros de distancia, con
dos rostros asomándose que no pude detallar, y atrás la gran luna. Sonreí
sabiendo que éramos ella y yo desde el futuro; mis ojos se desenfocaron por
completo y la visión se oscurecía mientras veía mi mano caer y aquellos dos
rostros juntos en el portal.