Aaah, el ocaso menguante. Qué
nostalgia causa al recordarte junto a la luz del horizonte que apenas
llega hasta mi, que apenas calienta mi cuerpo y enfría mi
alma; tal como tú. Siempre estás allí al observar mis diarios,
aquellos que se llenaron con tu nombre alguna vez, y que ahora
descansan bajo el manto polvoriento del pasado; aquellas risas
sepultadas que aún resuenan tanto en mente como en corazón.
Aquél eco lejano que pareciese escucharse con más
fuerza en la distancia con el presente, tal como tú. Me pregunto
entre susurros si alguna vez recordaste realmente mi nombre, o si mi
existir se recubrió del insípido sabor de tus palabras,
aquellas que siempre escuché y me ensordecían en la
palpitante habitación, esa que una vez fue tuya, pero que
nunca pareciste contemplar. ¿Acaso, no eres capaz de
escucharlas? Sí, esas, tus propias palabras que relataban las
desgracias inherentes a tu existir; el monstruo que encerrabas bajo
llave mientras llorabas a solas, aquellas que yo observaba, pues
siempre estuve allí. Si tan solo pudiese ofrecerte un poco del
sabor que empapó tus labios, pues eran tuyos y no podías
saborearlos; al igual que tampoco probaste del amargo sabor del agua
que observé emerger de los claros más altos. Las gotas
del desconsuelo que pasaron por mis labios; hasta que la lluvia te
arrastró con ella. Me pregunto si aun así me recuerdas,
o si de verdad me ves observando tus ojos. Me pregunto, si eres capaz
de sentir ahora mi pequeño corazón, o si escuchas las
voces de mi razón, esas voces que siempre hablaron de ti. Me
pregunto, si te llevaste esa jaula vacía contigo, esa a la que
alguna vez, con temor, llamaste corazón; pues tu monstruo ya
no existe, fue devorado por las raíces que plantaste en mi
pecho al morir la flor. Aaah, veo la noche llegar y consumir los
últimos rayos del día, junto a los luceros que ya
resplandecen en la profunda inmensidad, tal como los recuerdos, tal
como tú. Sí, aún recuerdo, pero ya no te escucho.
¿Descansas ahora entre el desprecio, recuerdo mío? Ya
serás parte de mis secretos, mientras observo cómo desvaneces entre
mis torrentes de odio.
Prometo que te recordaré una vez más.