viernes, 13 de noviembre de 2015

La promesa del ocaso

        Aaah, el ocaso menguante. Qué nostalgia causa al recordarte junto a la luz del horizonte que apenas llega hasta mi, que apenas calienta mi cuerpo y enfría mi alma; tal como tú. Siempre estás allí al observar mis diarios, aquellos que se llenaron con tu nombre alguna vez, y que ahora descansan bajo el manto polvoriento del pasado; aquellas risas sepultadas que aún resuenan tanto en mente como en corazón. Aquél eco lejano que pareciese escucharse con más fuerza en la distancia con el presente, tal como tú. Me pregunto entre susurros si alguna vez recordaste realmente mi nombre, o si mi existir se recubrió del insípido sabor de tus palabras, aquellas que siempre escuché y me ensordecían en la palpitante habitación, esa que una vez fue tuya, pero que nunca pareciste contemplar. ¿Acaso, no eres capaz de escucharlas? Sí, esas, tus propias palabras que relataban las desgracias inherentes a tu existir; el monstruo que encerrabas bajo llave mientras llorabas a solas, aquellas que yo observaba, pues siempre estuve allí. Si tan solo pudiese ofrecerte un poco del sabor que empapó tus labios, pues eran tuyos y no podías saborearlos; al igual que tampoco probaste del amargo sabor del agua que observé emerger de los claros más altos. Las gotas del desconsuelo que pasaron por mis labios; hasta que la lluvia te arrastró con ella. Me pregunto si aun así me recuerdas, o si de verdad me ves observando tus ojos. Me pregunto, si eres capaz de sentir ahora mi pequeño corazón, o si escuchas las voces de mi razón, esas voces que siempre hablaron de ti. Me pregunto, si te llevaste esa jaula vacía contigo, esa a la que alguna vez, con temor, llamaste corazón; pues tu monstruo ya no existe, fue devorado por las raíces que plantaste en mi pecho al morir la flor. Aaah, veo la noche llegar y consumir los últimos rayos del día, junto a los luceros que ya resplandecen en la profunda inmensidad, tal como los recuerdos, tal como tú. Sí, aún recuerdo, pero ya no te escucho. ¿Descansas ahora entre el desprecio, recuerdo mío? Ya serás parte de mis secretos, mientras observo cómo desvaneces entre mis torrentes de odio.

Prometo que te recordaré una vez más.