El primer escrito que publicaré, pasé un largo tiempo en preparar esta entrada, tuve que preparar el escrito y hacer un dibujo como "portada"; no podía dejarlo así sin más. Ambas obras fueron hechas por mí, sin copiarme de nada. Lo único que tuve problemas fue en la elección de la trama, por lo que quiero agradecer a Ichigo Konayuki, por darme la inspiración que necesitaba, al recomendarme la música como tema principal. Muchas gracias Ichigo, por la ayuda.
Esta historia y el dibujo, que a continuación publicare, repito... son originales, los personajes no existen en ningún otro escrito ni tampoco en otra "realidad alterna". Solo queda decirles que se relajen y disfruten del escrito.
- OneShot
- Temática: Música y romance lésbico
-Titulo: Las Partituras del Tiempo
- Autor(a): Katsu Komori
“¿Qué pasa
por tu mente? Al observar la antigua
maquinaria de hueso y carne realizando movimientos monótonos, cuando con
furia de tornado cubre tus alrededores deformando la visión y atragantándose de
la historia. Al darte cuenta que el tiempo se apropia de los segundos perdidos
al crear tus pensamientos, sin preocuparse en calcular un descuento; mientras
aquel remolino rojo, comienza a devorar tu consciencia, aprovechando tu
descuido. Al notar, que tu futuro se consume mientras le pagas las dudas del presente
al tiempo, al cavar la tumba de tu pasado. Dime… ¿Qué hay, ahí?”
París –
25 de diciembre de 1988 – 00:05 am
Escuchaba
en la lejanía los murmullos de miles de desconocidos, cuyas voces eran opacadas
por la hermosa melodía que brindábamos, en un concierto de música clásica en el
“Athénée Théatre Louis-Jouvet” donde muchos, decidieron concluir la noche
buena. Al retirar la mirada de aquel hermoso piano en la que mis dedos tenían la dicha de acariciar sus hermosas teclas; observaba los rostro de
los presentes, mientras más curiosidad e incomprensión sentía. “¿Qué es lo divertido de
este día?” me preguntaba en mis pensamientos, mientras tocaba la melodía de
apertura. Me encontraba en un dúo, con la pelirroja Eléonore Lagonelle, una de las violinistas más talentosas de
Francia. Hubiese sentido emoción, si no fuese por las veces que hemos tocado
juntas en eventos parecidos a este. Siempre teníamos la mala suerte de
encontrarnos en el mismo lugar, una y otra vez; hasta que aprendí a verle como
mi rival.
Ella siempre fue lo contrario a mí, es alegre, emotiva y
encariñada con sus fans. En cambio, yo solo adoraba tocar mi piano, mi
fascinación, mi amante y mi razón de estar aquí. Nunca le di importancia a la
moda, o a los fans que pueda tener. Simplemente, nunca sentiría atracción ni
agrado por esas personas tan superficiales. Finalmente, nuestro turno había
acabado, ambas agradecimos al público y dejamos el escenario libre para los
siguientes músicos, que participarían en el concierto instrumental.
- Ah tocado muy bien esta noche, señorita Lo Bue – Dijo Eléonore,
con aquella voz chillona que la caracterizaba, mientras nos encontrábamos tras
el escenario, recogiendo nuestras cosas. Ella me observaba de reojo, con una
amplia sonrisa, viéndome desde arriba, por su gran estatura.
- No es necesario que lo digas, siempre tocamos juntas… y se puede
decir, que estas cansada de escucharme más de tres veces al año - Le observe a
los ojos, de una forma fría, mientras nos alejábamos más del escenario – Así
que te agradecería que dejaras las cordialidades conmigo.
- Lo-lo siento mucho, señorita Lo Bue, no quería que lo mal
interpretara… - Respondió ella nerviosa. A pesar de tener casi la misma edad,
aun parecía una niña insegura. Pero no me dejaba llevar por esa apariencia,
sabía que ella tenía una amplia forma de ser.
No le respondí, solo caminamos juntas hasta la salida trasera del
lugar. Ya no teníamos nada más que hacer ahí, aunque presentía que Eléonore,
quería quedarse para seguir escuchando el concierto. Me despedí de ella sin
detener el paso, mientras ella decía algo, a la cual no le presté
atención. Tomé el primer taxi que
apareció, no soportaba el frio por lo que deseaba llegar rápido a la casa que
había alquilado, mientras permanecía en Francia. Dentro de poco tendría que
volver a Italia.
31 de diciembre – 06:54 pm
El frio, era más fuerte con cada hora que pasaba, hasta que era
completamente insoportable. Me encontraba abrazándome a mí misma, frente la
chimenea, alimentando el fuego con cartas que habían llegado, viejas partituras
y fotos antiguas, con personas que no conocía. Lamentablemente, la casa que
había alquilado no se encontraba en buenas condiciones, pero prefería vivir en
la humildad que en la riqueza. No podía quejarme, esto es lo que buscaba desde
un principio. Nunca fui alguien apegada al dinero, no gasto en cosas
innecesarias, ni tengo planes egoístas con ellos, siempre, me alegraba ver a
los niños con juguetes nuevos en navidad y presentes de año nuevo, era lo único
que valía la pena de estas fechas. De pronto, golpes suaves en la puerta de la
entrada irrumpieron el silencio y mi concentración, mientras escribía posibles
partituras, para mi siguiente melodía. Pero, aun no tenía la inspiración
necesaria.
- Buenas noches, señorita Lo Bue – Era Eléonore, que me saludó con
energía y alegría al abrir la puerta.
- ¿Qué haces aquí?
- … Le dije que vendría a buscarte el treinta y uno; se lo dije
cuando salió del teatro ¿No me digas que se le había olvidado?
- Sinceramente, no te preste atención… - Respondí algo avergonzada
– Pero, lo hubiese rechazado igual, no deseo salir. Hace mucho frio y no vale
la pena, caminar cerca de personas como las que estaban en el concierto. Puedes
ir sola… adiós – Iba a cerrar la puerta, pero Eléonore interpuso su bota entre
la puerta el marco y con fuerza, empujó para abrir más la puerta
– Entonces…
déjame quedarme contigo… - De sus labios se dibujó una dulce sonrisa que me impactó, podía notar
en ella sinceridad, a diferencia de muchas personas, que solo sonreían de forma
vacía.
- ¿Por qué quieres quedarte conmigo? – Pregunté extrañada – No
tienes que interrumpir tus planes por alguien que no te presta atención.
- Por eso es que quiero quedarme contigo – Siguió sonriendo,
mientras seguía impidiendo que la puerta se cerrara. Hasta que finalmente, deje
de empujar, para que pasara.
No le respondí, solo le dejé pasar, mientras con educación
entraba, como si el forcejeo de hace unos segundos no hubiese pasado. Ella
observo el lugar, una tétrica y oscura casa, en un estado lamentable.
- … Vaya… que lugar tan…
- ¿Sombrío? ¿Incomodo? ¿Deteriorado?
- Si… pero no entiendo porque vives en un lugar así, teniendo
dinero para vivir en un lugar mejor – Dijo ella viéndome con curiosidad y
ansias de escuchar mi respuesta.
- Es innecesario gastar en lujos. Mientras tenga para vivir, es
suficiente para mi… además, alguien más podría necesitar ese dinero, más que
yo… - Me giré y la conduje hacia la chimenea, que se encontraba en una
habitación lejana a la entrada – Sígueme… - Ella me siguió mientras intentaba
no alejarse mucho de mí. A pesar de ser más alta que yo, era muy miedosa. Hasta
que finalmente estuvimos frente a la chimenea – Bien… acomódate donde quieras –
Me senté frente la chimenea para calentarme de aquel frio, mientras seguía
alimentando el fuego con cartas.
- ¡¿Pero qué hace?! – Exclamó Eléonore espantada, tomando las
cartas que estaba tirando al fuego – Es de sus fans, lo que hace está mal
señorita Lo Bue… es despreciar a sus admiradores.
- Solo les atrae mi físico o mi música, no yo en realidad… - Le
respondí mientras comenzaba a temblar de nuevo, por lo que busqué de abrazar
mis piernas – Te aseguro, que si yo no fuera lo que soy, nadie me vería y nadie
me haría caso. Hasta tú, te alejarías de mí por mi forma de ser. Por eso… -
Tomé otro puñado de cartas – No importa lo que haga con las cartas, si las
responda o no, algún día se alejaran de mí, cuando la “fama” se me acabe. Igual
pasará contigo.
El silencio se apoderó del lugar, mientras temblaba de frio y observaba
la chimenea y aquellas cartas quemarse. De pronto, unas prendas me cubren la
espalda y los hombros, mientras Eléonore se sentaba al lado mío, observando el
fuego.
- De cierta forma, tiene razón – Dijo ella, aun conservando la
sonrisa con la que había entrado a este sombrío lugar – Pero, no debe de
amargarse, por algo así y debe de aprender a respetar a aquellos que muestran
respeto hacia usted. Es importante, que aprenda a diferenciar a los hipócritas
de los que de verdad desean estar a su lado y conocerle más. Pero usted, le
cierras las puertas, antes de que puedan ver quién es en realidad.
-¿Quién soy? – Pregunté, probándola. Deseaba escuchar lo que tenía
que decir.
- Le veo como una persona extremista, mal educada e insegura de
los demás y de sí misma… por eso se cubre en un manto de frialdad y repelencia
hacia los que se quieren acercar a usted - Sentenció ella, mientras observaba
las llamas. Yo le observaba con curiosidad, de cierta forma, esperaba esa
respuesta – Pero… es muy bondadosa, sincera y humilde… o por lo menos, es lo
que siento yo al verle.
- Es interesante saber tu opinión… pero te equivocas en algunas
cosas.
- Todos nos equivocamos, le dije desde el principio, señorita Lo
Bue… - Tomó uno de los mechones de mi negro y liso cabello, observándolos como
si en ellos estuviese alguna respuesta escrita – Es mi punto de vista, y eso le
hace especial – Su voz chillona se había vuelto más suave, en una tonalidad que
me parecía relajante.
No supe que responderle, solo oculté el rostro entre las rodillas,
mientras abrazaba con fuerza mis piernas. Eléonore me abrazó brindándome calor
de su propio abrazo. No me negué, mientras con timidez me recostaba la espalda
de su pecho, su calor hacia que poco a poco, los temblores fueran más leves,
hasta que finalmente, me sentí agusto, con su presencia. Rodee sus brazos con
los míos, mientras rodeaban mi pecho.
- Gracias… por estar conmigo – Dije al acomodar mi cabeza en su
pecho.
- ¡Aaaww! – Me abrazó con tal fuerza que no pude respirar por un
momento – No pensé escuchar eso de usted, señorita Lo Bue… ¡Es emocionante!
- ¡Suéltame! – Hice lo que pude para que me soltara. Su abrazo era
peor que el de una pitón. Finamente logre zafarme y voltearme para verle al
rostro - ¡Estás buscando la oportunidad para matarme ¿verdad?!
Ella sonrió pícaramente desconcertándome, de pronto tomó y tiro de
mis brazos para acercarme más a ella, hasta que inesperadamente sus labios se
tocaron con los míos, en aproximadamente dos segundos, hasta que ella misma, se
apartó, para luego verme con los mismos ojos pícaros de antes, petrificándome
nuevamente. Lo único que pude hacer fue cortar nuestras miradas, viendo de
reojo hacia la izquierda, mientras mis mejillas se incendiaban de un rojo
intenso. De verdad, no sabía que decir.
- Quizás, señorita Lo Bue… quizás – Me giró lentamente, volviendo
a abrazarme y a recostarme de su pecho, mientras comenzaba a acariciar mi
cabello. Quizás era fácil de manejar para ella, debido a mi tamaño.
- … Puedes llamarme Lauretta…
- Le dije con una tonalidad suave, apenada y calmada. Mientras poco a poco mis
ojos se cerraban, al sentir su calor y sus caricias en mi cabello.
- De
acuerdo, Lauretta…
Así, es
como terminó mi viaje a Francia. El dos de enero, partí de nuevo a mi verdadero
hogar, dejando atrás a Eléonore, que igualmente, tenía una vida que atender. Quizás,
no nos volveríamos a ver en mucho tiempo, no estaba segura si este mismo año, o
el año siguiente. Pero ambas sabíamos… que algún día, volveríamos a tocar en
dúo, en otro evento que nos volverá a acercar más que antes. Tal como dice el
título de mi nueva melodía “Lo que el
tiempo, no podrá cobrar”.