miércoles, 30 de noviembre de 2011

Escrito - Las Partituras del Tiempo




El primer escrito que publicaré, pasé un largo tiempo en preparar esta entrada, tuve que preparar el escrito y hacer un dibujo como "portada"; no podía dejarlo así sin más. Ambas obras fueron hechas por mí, sin copiarme de nada. Lo único que tuve problemas fue en la elección de la trama, por lo que quiero agradecer a Ichigo Konayuki, por darme la inspiración que necesitaba, al recomendarme la música como tema principal. Muchas gracias Ichigo, por la ayuda.

Esta historia y el dibujo, que a continuación publicare, repito... son originales, los personajes no existen en ningún otro escrito ni tampoco en otra "realidad alterna". Solo queda decirles que se relajen y disfruten del escrito.

- OneShot
- Temática: Música y romance lésbico
-Titulo: Las Partituras del Tiempo
- Autor(a): Katsu Komori








“¿Qué pasa por tu mente? Al observar la antigua  maquinaria de hueso y carne realizando movimientos monótonos, cuando con furia de tornado cubre tus alrededores deformando la visión y atragantándose de la historia. Al darte cuenta que el tiempo se apropia de los segundos perdidos al crear tus pensamientos, sin preocuparse en calcular un descuento; mientras aquel remolino rojo, comienza a devorar tu consciencia, aprovechando tu descuido. Al notar, que tu futuro se consume mientras le pagas las dudas del presente al tiempo, al cavar la tumba de tu pasado. Dime… ¿Qué hay, ahí?”

París – 25 de diciembre de 1988 – 00:05 am

Escuchaba en la lejanía los murmullos de miles de desconocidos, cuyas voces eran opacadas por la hermosa melodía que brindábamos, en un concierto de música clásica en el “Athénée Théatre Louis-Jouvet” donde muchos, decidieron concluir la noche buena. Al retirar la mirada de aquel hermoso piano en la que mis dedos tenían la dicha de acariciar sus hermosas teclas; observaba los rostro de los presentes, mientras más curiosidad e incomprensión sentía. “¿Qué es lo divertido de este día?” me preguntaba en mis pensamientos, mientras tocaba la melodía de apertura. Me encontraba en un dúo, con la pelirroja Eléonore Lagonelle, una de las violinistas más talentosas de Francia. Hubiese sentido emoción, si no fuese por las veces que hemos tocado juntas en eventos parecidos a este. Siempre teníamos la mala suerte de encontrarnos en el mismo lugar, una y otra vez; hasta que aprendí a verle como mi rival.

Ella siempre fue lo contrario a mí, es alegre, emotiva y encariñada con sus fans. En cambio, yo solo adoraba tocar mi piano, mi fascinación, mi amante y mi razón de estar aquí. Nunca le di importancia a la moda, o a los fans que pueda tener. Simplemente, nunca sentiría atracción ni agrado por esas personas tan superficiales. Finalmente, nuestro turno había acabado, ambas agradecimos al público y dejamos el escenario libre para los siguientes músicos, que participarían en el concierto instrumental.

- Ah tocado muy bien esta noche, señorita Lo Bue – Dijo Eléonore, con aquella voz chillona que la caracterizaba, mientras nos encontrábamos tras el escenario, recogiendo nuestras cosas. Ella me observaba de reojo, con una amplia sonrisa, viéndome desde arriba, por su gran estatura.

- No es necesario que lo digas, siempre tocamos juntas… y se puede decir, que estas cansada de escucharme más de tres veces al año - Le observe a los ojos, de una forma fría, mientras nos alejábamos más del escenario – Así que te agradecería que dejaras las cordialidades conmigo.

- Lo-lo siento mucho, señorita Lo Bue, no quería que lo mal interpretara… - Respondió ella nerviosa. A pesar de tener casi la misma edad, aun parecía una niña insegura. Pero no me dejaba llevar por esa apariencia, sabía que ella tenía una amplia forma de ser.

No le respondí, solo caminamos juntas hasta la salida trasera del lugar. Ya no teníamos nada más que hacer ahí, aunque presentía que Eléonore, quería quedarse para seguir escuchando el concierto. Me despedí de ella sin detener el paso, mientras ella decía algo, a la cual no le presté atención.  Tomé el primer taxi que apareció, no soportaba el frio por lo que deseaba llegar rápido a la casa que había alquilado, mientras permanecía en Francia. Dentro de poco tendría que volver a Italia.

31 de diciembre – 06:54 pm

El frio, era más fuerte con cada hora que pasaba, hasta que era completamente insoportable. Me encontraba abrazándome a mí misma, frente la chimenea, alimentando el fuego con cartas que habían llegado, viejas partituras y fotos antiguas, con personas que no conocía. Lamentablemente, la casa que había alquilado no se encontraba en buenas condiciones, pero prefería vivir en la humildad que en la riqueza. No podía quejarme, esto es lo que buscaba desde un principio. Nunca fui alguien apegada al dinero, no gasto en cosas innecesarias, ni tengo planes egoístas con ellos, siempre, me alegraba ver a los niños con juguetes nuevos en navidad y presentes de año nuevo, era lo único que valía la pena de estas fechas. De pronto, golpes suaves en la puerta de la entrada irrumpieron el silencio y mi concentración, mientras escribía posibles partituras, para mi siguiente melodía. Pero, aun no tenía la inspiración necesaria.

- Buenas noches, señorita Lo Bue – Era Eléonore, que me saludó con energía y alegría al abrir la puerta.

- ¿Qué haces aquí?

- … Le dije que vendría a buscarte el treinta y uno; se lo dije cuando salió del teatro ¿No me digas que se le había olvidado?

- Sinceramente, no te preste atención… - Respondí algo avergonzada – Pero, lo hubiese rechazado igual, no deseo salir. Hace mucho frio y no vale la pena, caminar cerca de personas como las que estaban en el concierto. Puedes ir sola… adiós – Iba a cerrar la puerta, pero Eléonore interpuso su bota entre la puerta el marco y con fuerza, empujó para abrir más la puerta 

– Entonces… déjame quedarme contigo… - De sus labios se dibujó una dulce sonrisa que me impactó, podía notar en ella sinceridad, a diferencia de muchas personas, que solo sonreían de forma vacía.

- ¿Por qué quieres quedarte conmigo? – Pregunté extrañada – No tienes que interrumpir tus planes por alguien que no te presta atención.

- Por eso es que quiero quedarme contigo – Siguió sonriendo, mientras seguía impidiendo que la puerta se cerrara. Hasta que finalmente, deje de empujar, para que pasara.

No le respondí, solo le dejé pasar, mientras con educación entraba, como si el forcejeo de hace unos segundos no hubiese pasado. Ella observo el lugar, una tétrica y oscura casa, en un estado lamentable.

- … Vaya… que lugar tan…

- ¿Sombrío? ¿Incomodo? ¿Deteriorado?

- Si… pero no entiendo porque vives en un lugar así, teniendo dinero para vivir en un lugar mejor – Dijo ella viéndome con curiosidad y ansias de escuchar mi respuesta.

- Es innecesario gastar en lujos. Mientras tenga para vivir, es suficiente para mi… además, alguien más podría necesitar ese dinero, más que yo… - Me giré y la conduje hacia la chimenea, que se encontraba en una habitación lejana a la entrada – Sígueme… - Ella me siguió mientras intentaba no alejarse mucho de mí. A pesar de ser más alta que yo, era muy miedosa. Hasta que finalmente estuvimos frente a la chimenea – Bien… acomódate donde quieras – Me senté frente la chimenea para calentarme de aquel frio, mientras seguía alimentando el fuego con cartas.

- ¡¿Pero qué hace?! – Exclamó Eléonore espantada, tomando las cartas que estaba tirando al fuego – Es de sus fans, lo que hace está mal señorita Lo Bue… es despreciar a sus admiradores.

- Solo les atrae mi físico o mi música, no yo en realidad… - Le respondí mientras comenzaba a temblar de nuevo, por lo que busqué de abrazar mis piernas – Te aseguro, que si yo no fuera lo que soy, nadie me vería y nadie me haría caso. Hasta tú, te alejarías de mí por mi forma de ser. Por eso… - Tomé otro puñado de cartas – No importa lo que haga con las cartas, si las responda o no, algún día se alejaran de mí, cuando la “fama” se me acabe. Igual pasará contigo.

El silencio se apoderó del lugar, mientras temblaba de frio y observaba la chimenea y aquellas cartas quemarse. De pronto, unas prendas me cubren la espalda y los hombros, mientras Eléonore se sentaba al lado mío, observando el fuego.

- De cierta forma, tiene razón – Dijo ella, aun conservando la sonrisa con la que había entrado a este sombrío lugar – Pero, no debe de amargarse, por algo así y debe de aprender a respetar a aquellos que muestran respeto hacia usted. Es importante, que aprenda a diferenciar a los hipócritas de los que de verdad desean estar a su lado y conocerle más. Pero usted, le cierras las puertas, antes de que puedan ver quién es en realidad.

-¿Quién soy? – Pregunté, probándola. Deseaba escuchar lo que tenía que decir.

- Le veo como una persona extremista, mal educada e insegura de los demás y de sí misma… por eso se cubre en un manto de frialdad y repelencia hacia los que se quieren acercar a usted - Sentenció ella, mientras observaba las llamas. Yo le observaba con curiosidad, de cierta forma, esperaba esa respuesta – Pero… es muy bondadosa, sincera y humilde… o por lo menos, es lo que siento yo al verle.

- Es interesante saber tu opinión… pero te equivocas en algunas cosas.

- Todos nos equivocamos, le dije desde el principio, señorita Lo Bue… - Tomó uno de los mechones de mi negro y liso cabello, observándolos como si en ellos estuviese alguna respuesta escrita – Es mi punto de vista, y eso le hace especial – Su voz chillona se había vuelto más suave, en una tonalidad que me parecía relajante.

No supe que responderle, solo oculté el rostro entre las rodillas, mientras abrazaba con fuerza mis piernas. Eléonore me abrazó brindándome calor de su propio abrazo. No me negué, mientras con timidez me recostaba la espalda de su pecho, su calor hacia que poco a poco, los temblores fueran más leves, hasta que finalmente, me sentí agusto, con su presencia. Rodee sus brazos con los míos, mientras rodeaban mi pecho.

- Gracias… por estar conmigo – Dije al acomodar mi cabeza en su pecho.

- ¡Aaaww! – Me abrazó con tal fuerza que no pude respirar por un momento – No pensé escuchar eso de usted, señorita Lo Bue… ¡Es emocionante!

- ¡Suéltame! – Hice lo que pude para que me soltara. Su abrazo era peor que el de una pitón. Finamente logre zafarme y voltearme para verle al rostro - ¡Estás buscando la oportunidad para matarme ¿verdad?!

Ella sonrió pícaramente desconcertándome, de pronto tomó y tiro de mis brazos para acercarme más a ella, hasta que inesperadamente sus labios se tocaron con los míos, en aproximadamente dos segundos, hasta que ella misma, se apartó, para luego verme con los mismos ojos pícaros de antes, petrificándome nuevamente. Lo único que pude hacer fue cortar nuestras miradas, viendo de reojo hacia la izquierda, mientras mis mejillas se incendiaban de un rojo intenso. De verdad, no sabía que decir.

- Quizás, señorita Lo Bue… quizás – Me giró lentamente, volviendo a abrazarme y a recostarme de su pecho, mientras comenzaba a acariciar mi cabello. Quizás era fácil de manejar para ella, debido a mi tamaño.

- … Puedes llamarme Lauretta… - Le dije con una tonalidad suave, apenada y calmada. Mientras poco a poco mis ojos se cerraban, al sentir su calor y sus caricias en mi cabello.

- De acuerdo, Lauretta…

Así, es como terminó mi viaje a Francia. El dos de enero, partí de nuevo a mi verdadero hogar, dejando atrás a Eléonore, que igualmente, tenía una vida que atender. Quizás, no nos volveríamos a ver en mucho tiempo, no estaba segura si este mismo año, o el año siguiente. Pero ambas sabíamos… que algún día, volveríamos a tocar en dúo, en otro evento que nos volverá a acercar más que antes. Tal como dice el título de mi nueva melodía “Lo que el tiempo, no podrá cobrar”.