Estoy muy feliz de estar aquí de nuevo con ustedes, no puedo describirlo; pero siento como si un peso enorme se bajase de mis hombros. Últimamente en mi tesis me ha ido de la patada... pero no en la parte metodológica, si no en la gráfica, o sea, son dos tutores los que me dan clases diferentes días de la semana, tras terminar mis 8 horas en el trabajo de la oficina. A mi tutor grafico le gusta joder, demasiado... y cuando hago las cosas dice que "está malo, no sirve nada de lo que haces", y no solo lo hace conmigo si no con todas las propuestas de sus alumnos. *Suspiro*... así que gracias a eso, decidí descansar un poco mentalmente y dedicarme a esta entrada.
Llevo toda la semana preparando esta entrada, debido a la complejidad del mismo. Es un Oneshot que relata la historia de un protagonista desconocido que vive dentro de su propia realidad. Nunca se sabe si lo que se describe es parte de su mente o del mundo real. Lo único que si les aseguro, es que todo es simbólico, todo tiene más de un significado más allá de lo evidente, así que alerta, quizás puedan entenderlo muy bien... o no.
- OneShot
- Temática: Terror Psicológico
-Titulo: Alter Ego - Un Mundo de Sueños
- Autor(a): Katsu Komori
Alter Ego - Un mundo de sueños
“Mi felicidad yace en las profundidades del pozo; aquel
de paredes negras intangibles e inalcanzables que tanto te he hablado.
Descansando de tu presencia mientras me ahogo en tus recuerdos, al ver caer
gotas escarlatas de los ojos llorosos que conforman las estrellas, tocando mi
mente al taladrar mis ojos con los suyos. Con aquellas penetrantes miradas
acosadoras, cuyas pupilas me seguían incluso bajo techo… todos me miran, todos
quieren saberlo; si no… quizás aquello hubiese sido más fácil…”
Eran las palabras escritas recientemente en un cuaderno
escolar, con pulso tembloroso. Le acompañaban dibujos deformes, garabatos y otros
escritos repetitivos, que parecía haberse escrito aplicando mucha fuerza a la
pluma. Todos eran de la propiedad de alguien que se había perdido en su propia realidad;
en un sueño viviente. Desde hace ya muchos años no sabía diferenciar la
realidad de su alrededor, incitándole a sumergirse en una despreocupación
enfermiza, cuestionándose sobre su propia existencia, pensando que también era
irreal, parte del profundo sueño. Se hallaba en el suelo, observando
infinitamente hacia un espejo lo suficientemente grande como para verse
completamente en el, y a la vez tan agrietado como las redes de una araña. Lo
observaba como si ahí hubiese algo más, algo que nadie mas pudiese ver en el,
contemplando su resquebrajado reflejo entre la oscuridad en la que se había
sometido desde hace meses. Sus cálidas mejillas se enfriaban en el suelo, por
el soplar constante del viento, que misteriosamente entraba por algún lugar desconocido
de su propia jaula, donde hace mucho fue su hogar. Las ventanas estaban
bloqueadas por tablones de madera, por
lo que algunas veces débiles rayos de sol iluminaban su pálido rostro,
haciendo resaltar más sus enormes, rojizos y ojerosos ojos. “¿Quién eres?”
decía, viendo al espejo sin parpadeo “¿Quién eres?” le respondía, siempre que
preguntaba; el viento y la soledad que diariamente visitaban su apartamento, no
eran sus únicos acompañantes.
Difícilmente salía de su oscura madriguera, pero hoy era
la excepción. Salió entrecerrando sus lastimados ojos por la fastidiosa luz del
exterior que le cegaba. Aunque, este último no era su tormento, solo formaba
parte de sus más leves disgustos.
- Buenas tardes - Dijo uno de sus vecinos, viendo con un
disimulado desagrado su desordenado cabello y sus descoloridas prendas
arrugadas. Dicho vecino, disimulaba todo con una despreciable sonrisa.
- Hum… - Respondió, sin darle importancia, intentando ignorar
su desprecio hacia las personas que conformaban el mundo exterior.
Evadió su mirada y siguió su rutinario camino, evitando
cruzar la mirada con alguien más. Notaba su tristeza siempre que pasaba cerca
de algún cristal, intercambiando miradas de reojo conmigo. “¿Tan desagradable
es salir?” le preguntaba, sin obtener respuesta a cambio, solo una mirada vacía
cubría sus ojos, invadiéndolos por completo ausentando sus emociones. La noche
no demoró en cubrir los cielos, mientras se dirigía al mirador que se
encontraba en la montaña más alta, que apuntaba hacia una ciudad desde lo alto,
una ciudad que conocía muy bien, tanto que la nostalgia invadió su memoria en
compañía la ansiedad. “¿Qué hago?” preguntó en su interior, escuchando una y
otra vez su propio eco. El viento le respondió, haciendo notar su presencia
agitando con fuerza su desarreglado cabello, azotándolos contra su rostro, en
una violenta danza. Sus ojos temblaban al ser victima de un fulminante dolor de
cabeza. El sonido tranquilizante de su alrededor se volvió mórbido, produciendo
susurros escalofriantes que volvían lentamente su piel de gallina, seguidos de
una ráfaga de recuerdos desagradables que iba de la mano con el maltrato, las
humillaciones, violaciones, violencia y rupturas. “¿Por qué volviste?” le
pregunté desde la charca a pocos centímetros de sus pies. No respondió solo
caía de rodillas contra el suelo, mientras sus manos temblaban al igual que sus
pupilas. “¿Qué ocurre?” le pregunté al notar lagrimas resbalar de sus mejillas.
“¿Qué… qué hago?” volvió a preguntar en su mente. Esta vez, muchas voces
respondieron a la vez, “Déjale” decían unas “Ve” respondían otras. Cerró los
ojos mientras sus puños seguían temblando, “Tu… ya sabes que hacer” le respondí
esta vez. Notaba su indecisión y su desconcierto, su vista se nublaba al igual
que su cabeza.
Ruidos extraños provenientes de aquel oscuro camino de
arboles por donde llegó, hicieron presencia, callando los mórbidos sonidos del
ambiente. Volteó sin dejar de temblar, rodeando su cuerpo con sus brazos, aun
en el suelo de rodillas, no podía mantenerse en pie. Todo se volvía mas
borroso, al igual que algo parecía acercarse, ocultándo sus pasos con los
respiros agitados del viento. El camino se alejaba solo, haciéndo un profundo y
extenso pasillo, cuyas paredes se conformaban por los arboles de ramas
danzantes, en compañía del viento; pero el final de este profundo pasillo,
llevaba hacia una infinita oscuridad. Sus pupilas disminuían hasta ser un punto
en el iris, al sentir que manos invisibles recorrian su espalda hasta sus
hombros, tomandole con fuerza, hasta que de pronto un rostro desagradable se
asomó con violencia desde su hombro derecho. Un rostro con multiples
mutilaciones, un ojo agujereado con sangre seca y maloliente emanando de aquella
asquerosa abertura; mientras que su otro ojo permanecía sano, todo el iris era
negro con una pupila roja, que temblaba al hacer el cruce de miradas. Le tomó
con mas fuerza de los hombros impidiendole escapar. Un desagradable pitido le
ensordeció, cayendo de espaldas. Estaba inmovil, aunque quisiera no podía
moverse. En lo que le quedaba de consciencia, llevo su vista al cielo observando
al enorme ojo que le devolvia la mirada desde lo más alto, ese que se hacía
pasar por la luna. Más de ellos salieron uno por uno tomando el lugar de las
estrellas, acosandole con sus penetrantes miradas. Los arboles no eran lo que
debían parecer, en su lugar rugosas manos aparecieron, con dedos tan afilados como
estacas, con uñas de aguja; movían sus dedos de una forma imposible, como
gusanos saliendo de la tierra. Extraños rostros cubrían el cielo, rostros
alargados con la cuenca de los ojos vacíos, bocas oscuras y piel grisácea, paseándose
en circulo sobre la ciudad. Sus ojos al contemplar tal pesadilla viviente
intentaban de enfocarlo todo, pero se nublaban al ritmo de su acelerada respiración,
sinónimo de su miedo. Siluetas oscuras le rodeáron siendo atraidas por su
temor, paseándose a su alrededor, sin dejar de mirarle con ojos luminosos y
plateados, tan notables como dos puntos blancos en una mancha de tinta.
“Ayuda…” Decia mentalmente, mientras temblaba descontroladamente, no podía
hablar, no podía moverse, el miedo se había apoderado de su mente, hasta apagar
de pronto la luz de la consciencia.
Se levantó de un salto, cayendo otra vez por la falta de
equilibrio y volviéndose a incorporar sin demora con la respiración tan
acelerada como un motor de auto. Era de día, apenas amanecía, pero lo mas
curioso del hecho era que no se encontraba en el gran mirador, ahora estaba en
un húmedo y maloliente callejón de aquella ciudad que veía desde lo alto.
Volteó por instinto hacia las montañas y ahí estaba, desde ahí se veía el
mirador a kilómetros de distancia. Sus descoloridas prendas estaban empapadas,
por los pequeños pozos de agua que cubrían todo el suelo del callejón. Bajó la
mirada, clavando sus desconcertados ojos en el agua, encontrandose con los
míos. “Revisa tu bolsillo” le dije apartando los ojos al mismo tiempo en que
llevó su mano a uno de sus bolsillos, consiguiendo en ellos un cutter. Con algo
de desconcierto lo observó, sin recordar cuando fue el momento en que lo había
puesto en su bolsillo. Reusándose negó con la cabeza alborotando más su
desgreñada cabellera, y comenzando a caminar con paso decidido hacia la salida
del callejón; pero al salir de esta, multitud de recuerdos bombardearon su
mente, recuerdos agradables, seguido de tragedias. Casi por instinto siguió
caminando por las calles que una vez formaron su infancia, hasta llegar a un
edificio pequeño que se le hacía familiar, seguido de una figura saliendo de éste y
alejándose. Tras observarle detalladamente, se dio cuenta que era él, el autor
del mundo en el que vivíamos. “Aquí decides tu futuro…” dije mientras sus ojos
se perdían entre los recuerdos y la realidad que confundía con un profundo
sueño, moviendose sin siquiera darse cuenta hacia esa persona que se alejaba
sin percatarse de su presencia, a un paso muy lento.
La noche cayó de nuevo, perdiendo por completo la noción
del tiempo desde la mañana; pero esta vez, le veia de pie frente a un pozo de
sangre, pisando con fuerza el pecho de un cadáver con una enorme abertura en el
cuello en el que aun emanaba sangre. Le había hecho una grotesca abertura en el
ojo izquierdo, al igual que en varias partes de su rostro. Su victima era esa
persona que seguió con tanta paciencia hasta su negocio, esperando el momento
para emboscarlo en su trastienda. Ese sujeto, fue quien formó su pasado y todo
su presente; quizas, y solo quizás, éste sea un pequeño agradesimiento de su
parte, aunque no sabía en que pensaba, su mente permanecía en blanco mientras
sus ojos se clavaban en los ojos agujereados de su victima. “No me veas, nunca
más” decía al cadaver, aun con la mente en blanco. El cutter, goteaba sangre,
al igual que algunas de sus prendas más oscuras. Sin importar los minutos que
pasaran, no se movía, no apartaba su mirada del creador de su mundo de sueños.
Acercó su rostro cada vez mas hacia él, hasta estar a pocos centimetros de
distancia. Veia la sangre salir de su rostro y de su cuello y a la vez
observándome en la sangre, sin darse cuenta de ello. Sus ojos eran vacíos, mientras
que su expresión permanecía ausente, manteniendo la boca entreabierta, pasando
suavemente el cutter por los labios de la victima, abriendolos de par en par.
De pronto, abrió mucho los ojos, su consciencia habia vuelto de pronto, gracias
a unos golpes en la puerta del frente le despertaron de su profundo sueño; ahí
fue cuando se dio cuenta de lo que había hecho. Se apartó del cadáver, mientras
sus ojos se llenaban de lágrimas, “Vete” decian las voces en su cabeza. Sin
pensarlo más corrió de la trastienda escapando por la puerta trasera, alguien
estaba tras la puerta principal, llamando al dueño del lugar… el creador del
mundo de sueños.
Se escondió entre los arboles del mirador, tras haber
corrido entre los callejones, ocultando sus huellas sangrientas al pisar pozas
profundas de agua, encontradas en el mismo lugar por donde pasó. Se había
salvado de la mirada de los curiosos, más no de los ojos que ocultos del cielo.
Se escuchaban sirenas de policías y ambulancias desde el mirador, provenientes
de la lejana ciudad, mientras se ocultaba tras un arbol respirando
aceleradamente, sin dejar ver su cutter manchado en sangre. Solo sería cuestión
de tiempo para alejarse lo más pronto posible. Observó hacia un charco de agua
que se encontraba a su lado… complenado su reflejo nuevamente, su demacrado
rostro y su desgreñado cabello eran los que mas resaltaban en el reflejo… me
veía, sin parpadear, mientras yo le contemplaba tras el reflejo “Has logrado
detener al creador del mundo de sueños… tu antiguo amor, quien lo intercambió
por tu cordura”. Con solo ver su rostro, notaba claramente que no sabía que
pensar, no sabía que decir, no sabía como actuar, solo se levantó y corrió
lejos asustandose hasta de su propia sombra; solo deseaba llegar a su hogar.
Abrió los ojos de pronto, encontrándose sin saber cómo en
su aislado departamento. Pasó su mano por la frente, tenía sudor y a la vez
tenía muchísimo frio. Con el pasar de las horas no tardó en escuchar voces, sirenas
que no podía identificar alertando algo fuera de su departamento; pero no podía ver
las luces de dicha patrulla o ambulancia. Escuchaba golpeteos en la puerta, en el techo y
en el suelo. No sabía si eran parte de sus delirios o parte de su realidad. Sentía
que de momentos unas manos invisibles le atrapaban desde los talones o le
tumbaban en la cama con empujones que le hacían perder el equilibrio, y muchos
ojos que clavaban la mirada en los suyos, sin importar que los mantuviese
cerrados, los veía abriéndose dentro de sus parpados. Desde entonces, sus
únicos viajes son a través de su propia realidad, en sus propios sueños y
recuerdos terribles, sumergidos en los pozos de su débil consciencia, mientras
su amor permanecía innerte flortando en sus profundidades, representando sus
sentimientos arruinados y sepultados tras años de maltrato fisico y
psicologico, refugiandose de la realidad, la realidad que arruino su unico
verdadero amor; el creador del mundo de los sueños. Los cielos con ojos fueron
parte de su consciencia, mientras todos le criticaban sin mensionar ni una
palabra, ese acoso psicologico que nunca se aparta, produciendole miedo, odio y
repelencia a que los demas estuviesen presente, juzgandole y culpandole. Mientras
las lluvias de sangre empapaban su mente de recuerdos imborrables, donde el
odio de los demas se hacian presente en un maltrato a su personas; razon de sus
impulsos violentos emergieron de su pacifico interior, tras años de dolor,
invadiendo su mente y su consciencia, creando su “otro yo”.
Por eso, crea una realidad tras el cristal, tras todo lo
que pueda reflejarle en una realidad, mientras inconscientemente lo niega, y
piensa que alguien más se encuentra tras su reflejo creando otra realidad sin
siquiera saberlo. Personifica y alucina voces de su propio yo, proveniente de
sus recuerdos y deseos, formando su mundo de sueños. Y ahí, fue donde siempre le
observaba detrás del cristal.
“¿Quién eres?” me preguntaba mientras temblaba, viendo su
reflejo en el cutter y luego a los millones de sus ojos en el fragmentado
espejo al otro lado de la habitacion, en el rincon “¿Quién eres?” le respondí…