miércoles, 21 de diciembre de 2011

The Moon - Parte 1



Buenas, mis queridos lectores, un gran saludo para todos. Finalmente estoy de vacaciones, por lo que mis entradas serán mas frecuentes. Aun así, no actualizare todos los días...

Esta vez vengo con una nueva historia, por eso me eh tardado tanto en subir otra entrada. Aunque esta vez la temática será completamente diferente. Voy a hacer un pequeño resumen, antes de comenzar.

The Moon, es un fic que he creado gracias al desarrollo y evolución de un personaje creado por mí, hecho principalmente para usarlo en roles a nivel forero [si no sabían que me gustaba rolear, pues ¡Sorpresa!]. Éste personaje, ha sufrido muchos cambios, en su desarrollo y a medida que cambiaba la historia en cada rol diferente, se ha convertido en uno de mis favoritos. Hasta que me pregunté hace unos meses "¿Cual sería su verdadera historia?" Así que me propuse a crearla, y ahora vengo a entretenerles un poco con su historia. Si más que decir, les dejo con la lectura.



- Historia [1/?]
- Temática: Sobrenatural, Terror y suspenso.
- Titulo: The Moon
- Autor(a): Katsu Komori






09 de Noviembre, 1254 – Alemania, territorio Hohenstaufen



Me encontraba acostada sobre la hierba, en una mañana soleada, observando directamente el hermoso cielo. Sobre este, una enorme águila se paseaba entre las nubes, dirigiéndose a las montañas más lejanas del territorio Hohenstaufen.


- Como quisiera liberarme de estas ataduras… - Dije en mis pensamientos mientras me levantaba, tenía que volver al trabajo, antes que me castigaran nuevamente.


Era esclava del príncipe actual del casillo, mi trabajo era servirle siempre que lo necesitara, satisfaciendo cualquier necesidad que él tuviese; además de atender gran parte del aseo del castillo. Entre yo y el resto de los esclavos, nos encargábamos de darles los mejores lujos a nuestros señores; pero la mayoría de las veces, no era reconocido nuestro esfuerzo. Mi cuerpo estaba forrado en cicatrices y mi salud cada vez empeoraba. Comenzaba a presentar una dolorosa tos que me hacia escupir sangre, tenia fiebre, mareos y pérdida de peso; mi situación cada vez se complicaba y me impedía concluir con mis labores cotidianas, aun así no podía descansar. Sabía que no viviría mucho tiempo, gracias a que con el pasar de los días, me sentía peor. Era triste que a nadie le importara mi existencia, muera o no, tarde o temprano sería remplazada. Era algo que entendía a la perfección, pero hacía que mi rencor y odio creciesen junto con la enfermedad.


Esa tarde, mientras me dirigía al trigal, sentí múltiples presencias en el camino. Pisadas y movimientos raros en los arbustos cercanos, que me siguieron hasta el trigal. No eran comunes tales movimientos y tampoco el ambiente acostumbraba a ser tan pesado. Sentía esa inconfundible sensación incomoda, de tener un mal presentimiento. Me quedé parada frente al trigal, intentando ver a través del mismo, pero era inútil, no podía ver lo que había entre la cosecha, pero sabía que algo me observaba.


- Quisiera volver al castillo… -  Elevé la mirada al cielo, dándome cuenta que éste se volvía cada vez mas rojizo, pronto caería la noche. Sabía que no podía volver con las manos vacías.


Me llené de valor, y di el primer paso para internarme en la cosecha, encaminándome a la casa que se encontraba al final del frondoso campo amarillento. En el camino la incomodidad fue transformándose en miedo, al verme rodeada de aquellas presencias que antes había sentido. Para empeorar la situación, la tos dio inicio otra vez, incrementando severamente mis dolores de cabeza, debilitando mis pasos. Comencé a correr como pude hacia la casa, mientras la tos me fulminaba y los mareos me derribaban, haciéndome perder el sentido de la orientación por segundos. Finalmente, había logrado salir de la cosecha, mis prendas estaban sucias de tierra, mientras de mi cabello caían algunas espigas muertas; pero mi conciencia al salir fue fugaz, tan pronto término la cosecha y ver la casa frente a mí, perdí el conocimiento, desplomándome en el suelo.


No sé cuanto tiempo pasó, pero al abrir los ojos todo estaba ya a oscuras, no podía ver más allá de unos cortos metros. Me incorporé lentamente, mientras que a pasos débiles me aproximé a la casa. Para mi sorpresa, la puerta estaba abierta de par en par y todo dentro estaba consumido por las tinieblas. No podía ver nada.


- ¡Señor Adelino, vengo por el trigo! – Nadie respondió – ¡Señor Adelino! – Comencé a internarme en aquella tenebrosa y oscura casa vieja, cuyo sonido de completa soledad me ponía los pelos de punta. Al dar pocos pasos, me percaté que gran parte del suelo estaba húmedo, forrado de un extraño líquido muy denso y pegajoso.


- Adalgisa Klein… - Escuché un susurro al entrar en la única habitación del piso inferior de la casa, al final de un largo pasillo. Quedé perpleja e inmóvil, intentado guardar silencio - … Klein… - Esta vez la voz se escuchó más cercana y con eco. Me asomé por el pasillo desde el marco de la puerta; pero no alcanzaba a ver nada, por la oscuridad.


- … ¿Qué quieres? – Pregunté en voz baja, tenía miedo de lo que podría encontrarme. Y de lo que podría responderme, ese alguien que estaba ahí conmigo. Me resguardaba tras el marco de la puerta, mientras observaba con temor el pasillo.


- … ¿Qué es lo que quieres tu? – Preguntó aquella voz, después de romper varios tensos minutos de silencio – Esa pregunta, nunca me ha correspondido... – El silencio continuó después de esa pregunta por unos largos segundos - … Desde siempre, has querido ser un águila, libre de toda atadura. Alejarte de la esclavitud y de las personas que te dominan. Quieres formar una vida independiente ¿No es así?


- ¿Cómo sabes eso?


- Te he observado desde hace años, niña… y a pesar de tus catorce años, has pasado mucho trabajo. Ahora… estás moribunda y sobreexplotada por tus superiores… eso te llena de odio y rencor ¿Verdad? - No dije nada, me parecía increíble que supiese que deseaba mi libertad y sobre mis verdaderos sentimientos. Como si me hubiese desahogado alguna vez con alguien; cosa que nunca pasó – Si eso es lo que sientes… entonces ven a mí… - Tras muchos minutos ocultándome tras el marco de la puerta, comencé a caminar hacia aquel pasillo oscuro con lentitud.


La voz me incitaba a seguir caminando hacia la oscuridad, tenía mucho miedo, pero no podía dejar de caminar hacia aquel lugar. Me había ofrecido una vida mejor y una posible cura a mi enfermedad, no tenía nada que perder… o por lo menos era lo que pensaba. Al llegar hacia dicha presencia, sentí una presión insoportable en el pecho, como si algo estuviese atravesando a la fuerza mi tórax. No podía controlar mi cuerpo, ni podía hablar; sentía mi mente colapsada. Veía ideas y mentalidades que no eran mías, junto con recuerdos que nunca viví. Algo invadía mi cuerpo, algo con una fuerza mayor a la mía.


- ¿Qué demonios me pasa? – Pensaba, mientras temblaba descontroladamente.


Mi cuerpo se volvió, baboso  y pegajoso, hasta convertirse lentamente en un líquido denso. Al ocurrir eso, mis ojos se ampliaron en visión, permitiéndome ver desde cualquier ángulo que apuntara el líquido. Pude observar con desespero, como toda esa sustancia babosa que forraba el suelo de la casa, se fue uniendo a mí. Finalmente pude comprender que era ese líquido… el cuerpo del señor Adelino, y el de todos los que vivían con él. Mi cuerpo regresó a la normalidad, al finalizar la absorción, como si nada hubiese pasado. Ahí supuse, que los demás no pudieron resistir tal cambio en su organismo.


- Eres perfecta – Dijo una voz dentro de mí, seguido de varias voces que atormentaban el más profundo de mis pensamientos.


Lo único que sabía y que sentía, era que mi enfermedad se había curado. Los dolores de cabeza detuvieron al igual que mis problemas en la garganta. Me sentía más sabia, más hábil y más capaz de llevar a cavo cualquier cosa que deseara. Se sentía realmente bien.


- Desde ahora, dejarás de ser Adalgisa Klein – Dijo aquella voz, que ahora estaba en mí interior – Serás reconocida como, Arabelle… águila nacida por fragmentos.