lunes, 27 de febrero de 2012

The Moon - Parte 2


Buenas, queridos lectores. Tras haber disfrutado parte de las vacaciones y ausentarme un poco del internet, he decidido publicar la segunda parte de The Moon. La historia de un personaje, cuyo futuro incierto en su vida, va de mal a peor. Desconociéndose a tal punto de no saber si es ella misma.

Quisiera aclarar, que esta historia tiene realidad con fantasia, mezcladas entre sí. Hay datos que fueron tomados por la historia en Alemania y otras son creada por mi persona. Es un mundo paralelo anexo a una realidad ocurrida en nuestro mundo.

Bueno, espero que disfruten del capitulo, me he esmerado estos días en editarlo muchas veces, espero que sea de agrado. Nos vemos en otra entrada.



- Historia [2/?]
- Temática: Sobrenatural, Terror y suspenso.
- Titulo: The Moon
- Autor(a): Katsu Komori
- Link de Capítulos anteriores [Capítulo 1








Pocos días pasaron, tras lo ocurrido en la cabaña de Adelino. Mi salud había mejorado considerablemente al igual que mi entendimiento; en cambio mi desconocimiento hacia mí misma había incrementado. Desde que aquella voz desconocida se introdujo en mi cuerpo, llamándome Arabelle, he notado el nacimiento de algo raro en mi interior.

Los pensamientos iban y venían, en constantes conflictos entre sí, mientras un sinfín de voces, me atormentaban con frecuencia. Eran comparables a la consciencia, aquella voz que siempre habla en tu interior. Aunque estas… además de superarle en un incontable numero, eran insanas. Cada vez que veía mi reflejo, en los manantiales cercanos al palacio, al momento de lavar la ropa, notaba algo raro en mi rostro. Mi apariencia parecía normal, pero aquellos ojos que me devolvían la mirada, desde el reflejo, los desconocía; era como si otros ojos me contemplaran desde allí.

Entre mi desconcierto por la situación que recién estaba viviendo, se presentaron otras situaciones aún más inesperadas. Mi señor, sabiendo de mi enfermedad, decidió deshacerse de mí, vendiéndome por algunas monedas de oro a unos extraños hombres, en un supuesto paseo en las afueras de los terrenos. No pude negarme, aunque lo deseara, mientras aquellos hombres me arrastraban con fuerza, muy lejos de lo que pude considerar mi hogar. Esa fue la principal causa de la muerte del yo que siempre conocí, Adalgisa Klein.


03 de Diciembre, 1254 – En las afueras


El gélido aire del invierno que se avecinaba, me hacia compañía en esa incomoda madrugada, en las afueras, un lugar desconocido para mí. Temblaba de frio, mientras me intentaba de calentar con la débil fogata que había armado, tras muchas horas de intentar hacer fuego. Solo estaba esperando al amanecer en unos largos minutos.

Me encontraba sucia y desnuda, cubierta en dos grandes sabanas de piel que me abrigaban un poco del frio. Mis manos y mis pies, estaban cubiertos de cayos, por el esfuerzo de caminar sin zapatos durante tantos kilómetros, mientras que mis manos se lastimaban al intentar de sobrevivir en la intemperie. A mi lado, se encontraba un cuchillo, el cual había tomado de la casa de aquellos hombres que me habían comprado. Era el único instrumento que me había ayudado a sobrevivir. A pesar de haber durado días sin escuchar a alguien, las voces que estaban en mi cabeza, eran las únicas que había tolerado ya que, no seseaban de hablar. No me quedaba otra alternativa más que escucharlas. Mientras, esperaba a que el alba indicase mis caminos. Sabía, que tarde o temprano, dichos senderos se encontrarían con los de mi señor. El cual, terminaría apenas se cruzara con el mío, tal como pasó con aquellos hombres que me compraron.

Me encontraba en un punto sin retorno, el cual crucé inconscientemente, tras matar a aquellos hombres; la rabia y las voces que abundaban en mi mente, finalmente habían tomado control de mí, tras sufrir los abusos y violaciones de dichos hombres. El único resultado de tal acción, fue mi libertad, a cambio del desconocimiento de mi propia persona. Ya no sabia, quien era; aunque, la voz, siempre repetía una y otra vez el nombre de “Arabelle”.

Mis pensamientos, finalmente se habían acabado, cuando los primeros rayos de sol dieron presencia en el cielo. Me levanté sin perder tiempo, y seguir el camino que me indicara mi corazón, siguiendo los senderos de los viajeros. El único camino donde el pasto no era obstáculo, pero otra cosa mucho peor lo sustituía.

- ¡Alto niña! – Exclamó una voz masculina frente a mí. Un hombre salió tras un árbol que estaba al lado del camino, armado con un sable muy afilado. Sus prendas eran de pieles, y no llevaba nada que pareciera de valor, quizás estaba en las mismas condiciones que yo - ¡Dame todo lo que llevas, no te lo pediré dos veces! – Amenazó apuntándome con su sable.

- Me temo que no tengo nada que ofrecerte – Respondí tranquila, sonriéndole mientras ocultaba mi cuchillo – Lo siento mucho.

- ¡No te hagas la tonta! – Siguió alzando la voz - ¡Si no me quieres dar lo que llevas, te lo robare a la fuerza!

El hombre se abalanzó hacia mí empuñando el sable con intención de herirme. No tuve mas remedio que reaccionar mientras recordaba lo ocurrido en la casa de aquellos hombres que me habían comprado con monedas de oro. Estire el brazo con el que llevaba el cuchillo, apuntándole hacia su pecho. De inmediato, mi cuerpo tomó la forma de aquel líquido viscoso que me había encontrado en la casa del señor Adelino. Mi brazo se estiró, deformándose hasta impactar contra el pecho del hombre, ocasionándole una profunda herida. Por medio de aquella abertura, fue que pude ingresar en su organismo y comenzar a absorber los fluidos cuerpo y su memoria. Le paralice de inmediato todos los músculos, y comencé a abrirme paso hacia el cerebro donde con esfuerzo pude ingresar a su información. Mientras contemplaba sus ojos, que poco a poco perdían humedad, arrugándose como pasas; sus fluidos y su sabiduría ingresaban en mí. Al terminar de succionar su vida, saqué mi brazo, convirtiéndolo de nuevo en la textura normal de todo cuerpo humano.

- Te dije que no tenia nada que ofrecerte, pero tu si a mi… debiste haberme hecho caso – Le dije al cadáver del hombre, que había tomado un aspecto momificado – Pero eras tan ambicioso, que preferiste morir… - Seguí mi camino pasándole por al lado.

Una nueva voz se había agregado a mi cerebro, hablando sin detenerse, ocasionando ligeros dolores de cabeza, mientras las otras le callaban. Gracias a eso pude comprender mejor el funcionamiento de mi maldición… o como muchos llamarían “habilidad”, la cual adquirí sin saber, en la cabaña de Adelino, tras convertirme en aquel extraño liquido y absorber todo lo que estaba en el suelo. Cada cuerpo y memoria absorbida, ocasionaba que una nueva voz en mi cabeza me revelase sus conocimientos y experiencias, fortaleciendo mi inteligencia y mi locura.

Muchos recuerdos pasaron por mi mente en ese momento, recordando cuando fui abusada por aquellos hombres, tanto física como psicológicamente. Aquella voz, que supera todas las anteriores, me recordó lo ocurrido en la cabaña, enseñándome a su vez, lo que podía hacer ahora. Lamentablemente, no recuerdo más. Al saber como convertir mi cuerpo en agua, mi mente se nubló… y al despertar… me encontré bañada en sangre, mientras los cuerpos de aquellos hombres yacían en el suelo. Aquella voz, me habló de nuevo, diciéndome que no me controlé al usarlo.

- Eso me hace suponer que estoy aprendiendo… - Murmuré, mientras seguía caminando por los senderos de los viajeros.

Me dirigía hacia la aldea más cercana, a unos kilómetros de aquí. Donde buscaría información de la ubicación del territorio Hohenstaufen, antes de la llegada de la nieve. Tardé muchas horas en llegar, tomando breves descansos para que mis pies no se lastimaran tanto, hasta que finalmente vi la aldea en las lejanías. Al llegar, comencé a intentar hablar con alguien para que me guiase, pero al parecer les desagradaba a la vista.

- Señor, disculpe… - El sujeto a quien intentaba hablarle me ignoró y siguió de largo. Noté, que atrás de él se aproximaba una mujer de edad avanzada, que con verme se giró para caminar por otro lado – Disculpe… - Me dirigí a un guardia que se aproximaba, afortunadamente me prestó atención – Necesito ir al territorio de los Hohenstaufen ¿Puede decirme donde es?

- Esta muy lejos y dudo que reciban bien a alguien como tu… ahora, a un lado – Me apartó – Tengo mucha prisa.

Estaba algo decepcionada, ya que no había obtenido mucha información, solo que estaba muy lejos de aquí. Me dediqué a buscar restos de comida y pedir algunas sobras en las casas cercanas, aprovechaba de preguntar por la dirección, pero no me respondían a esa pregunta. Y así duré, hasta que el sol se estaba ocultando al casi terminar la tarde. Tenía que buscar algún lugar donde quedarme, para no morir de frio, quizás esa noche nevaría, por los gélidos vientos que soplaban, batiendo con violencia las sabanas de piel que me cubrían. Terminé descansando recostada de un muro de piedra, tras haber durado largos minutos preguntando en muchas puertas, para ver si alguno se apiadaba de mí; pero como era de esperarse, nadie deseaba acogerme en su hogar, para pasar esta helada noche.

- Elementalista Arabelle… - Dijo una voz atrás de mí, femenina y muy seca.

Al voltear noté a una figura, cubierta de prendas negras y una capucha que le impedía que le viese el rostro. Pero de la oscuridad de la misma, se podían ver dos pequeños círculos violeta, aquel color de ojos, nunca lo había visto, lo que sin duda me resultó aterrador.

- Qui – ¿Quién eres? – Pregunté alejándome de inmediato de aquella persona, que se asomaba tras el muro de piedra, alertando mis instintos - ¿Por qué me llamas así? Me temo que te equivocas de persona… – Respondí tratando de mantener la calma, aún no me había recobrado del susto que me había dado. Volteé a todas las direcciones posibles, pero no había nadie más fuera de sus hogares ¿Cómo era posible?

- Eres Arabelle… la bruja elementalista de agua – Respondió sin vacilar, haciendo caso omiso a lo que había dicho anteriormente – Vengo a ti, porque sé que buscas a tu señor… el príncipe Louis de la dinastía Hohenstaufen - No pude evitar arquear las cejas y quedarme sin habla ¿Cómo podía saber tanto de mí? Aun así… no entendí el porque me había llamado bruja, y por qué tanta insistencia con aquel nombre “Arabelle” – Pero, nunca lo encontraras…

- Po - ¿Por qué?

- El príncipe, Louis, ha escapado y desaparecido, tras un repentino ataque… nadie sabe donde está, y dudo que le encuentres – Respondió aquella extraña persona, sin dejar de verme a los ojos, con aquellos luminiscentes ojos violeta, cuyo resplandor era lo único que podía ver – Si buscas respuestas… - Señaló hacia una gran colina, muy cerca de la aldea – Dirígete a la casa del brujo sabio, entre las colinas, antes de que caiga la noche.

Volteé hacia las colinas que se encontraban al noroeste, no eran muy altas, podría llegar antes de que el sol me dejase en las tinieblas… y eso seria aproximadamente en cuarenta minutos más. Al voltear de nuevo hacia aquella mujer misteriosa, me percaté que no se encontraba en ningún lugar. Volteé a todos lados, e incluso tomé el valor de subir al muro de piedra para ver si se había ocultado atrás de el… pero no había nadie ahí conmigo, solo mi sombra. Había perdido la cabeza o sin duda, algo muy extraño había ocurrido hace segundos. Aún con algo de temor e inseguridad, decidí partir hacia las colinas, y encontrar la casa, antes de perder más tiempo.

En el camino, solo pensaba en lo ocurrido, mientras todas las voces de mi cabeza, hablaban a la vez, ocasionándome incomodos dolores de cabeza y visiones extrañas. Todo se volvía borroso de nuevo, y extrañas manchas lineales, aparecieron por doquier, moviéndose como tentáculos. Algo estaba invadiendo de nuevo mi mente.

- De nuevo esta sensación… - Posé una mano en mi frente, tapando mis ojos a la vez. El dolor de cabeza solo aumentaba el sonido de aquellas voces. Mis extremidades comenzaron a temblar descontroladamente junto con una transpiración constante a tal punto de empapar todo mi cuerpo – Deténganse por favor… - Las voces gritaban atormentándome, mientras caía de rodillas, sentía como el suelo palpitaba junto con los latidos de mi corazón, no me atrevía a abrir los ojos, ya que poco a poco, la textura del suelo se volvía viscosa y el ambiente en el que me encontraba comenzaba a despedir hedores nauseabundos - ¡YA BASTA!

Después de ese momento todo se volvió negro, mis cinco sentidos se habían perdido, pero aún era consciente. Sabía que aun vivía, pero ignoraba que pasaba conmigo; era una tranquilidad que relajaba y aterraba a la vez. “Mátalo, mátalo… mátalo” fue lo único que escuché proveniente de aquella voz, tras haber durado un tiempo incontable, en un silencio profundo… sin dura, algo así sería morir. Un viaje a las profundidades de la nada.

Desperté bruscamente, exaltada, con la respiración acelerada y el corazón golpeando con fuerza mi torax. Aparté las manos de mi rostro, observando impactada lo que había en ellas, grandes y goteantes manchones de sangre. Observé a mi alrededor, dándome cuenta que me encontraba en una casa muy grande, iluminada con pocas velas. En el suelo, se encontraba un cuerpo con apariencia desnutrida y con piel arrugada y oscura, similar a una pasa. Por sus prendas, pude asimilar que era aquel brujo sabio que me habían contado; pero… ¿Cómo llegué ahí?

- ¿Quién soy? – Me pregunté, mientras observaba el cadáver de aquel anciano, que me devolvía la miraba con aquellos ojos arrugados y desinflados, mientras la piel de su rostro desfigurado parecía agrietarse y rasgarse por sí sola. Sentía lástima por aquel hombre, sin duda yo había ocasionado todo eso – Un momento… - Me dije a mí misma, tras revisar mi mente con los pensamientos. Me sentía mucho más sabia que antes.

Al observar mi desnudo cuerpo, me di cuenta, que las cicatrices y las heridas que tenía por aquel forzoso viaje, se estaban cerrando y eliminando de mi piel. Parecía, que al absorber los fluidos del cuerpo de otra persona, su sabiduría y su vida se transferían a mí, curándome de las enfermedades, heridas y alargando mi existencia… por eso fue que me había curado de la enfermedad que padecía. Pero por desgracia, mi mente se volvía más insana.

- ¿Será que… encontré la clave de la inmortalidad? – Me pregunte a mi misma, observando mis manos impresionada al ver como los cayos desaparecían – Arabelle… soy, Arabelle.

3 comentarios:

  1. Aaaahhhh!!!! Me encanta cuan descriptivas son tus historias.... todo es más vívido en mi mente cuando las leo....

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  2. Me alegra que les haya gustado, pronto subiré la tercera parte.

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